Varias semanas han pasado ya desde que nuestros pequeños estudiantes han vuelto al cole. ¿Vuelto? Lo normal sería retomar las lecciones, los juegos, los partidos de fútbol, saltar a la goma y solamente los más pequeños comenzarían la nueva andadura estudiantil. Sin embargo, este curso 2020-2021 es nuevo para todos sin excepción.
El entorno puede parece el mismo, paredes, pupitres, sillas, canchas, puertas, murales, profesores compañeros… Pero no, todo se parece, aunque solo es sombra de lo que fue.
La nueva normalidad manda y ahora solo vemos media cara de nuestros compañeros, no podemos tocarnos, jugaremos solamente con un grupo definido, ya no puedo ser amigo de aquel niño mayor que me ayudaba a entender matemáticas ni puedo acercarme a la niña del otro grupo de mi curso con la que compartía tantas cosas y me despertaba unas extrañas cosquillitas a la altura del estómago.
Tengo un estricto horario para ir al baño porque no puedo coincidir con nadie y si hay alguien allí, deberé esperar pacientemente sea cual sea mi urgencia. El año pasado, solía dedicar un rato durante la comida con varios compañeros de fútbol que no son de mi clase, me caen muy bien mis amigos de clase, pero a veces descansar un poco de ellos y compartir mis cosas con otros, me gustaba.
Ahora siempre hablo con los mismos compañeros, en los mismos lugares, con la misma distancia, mirando solamente media expresión de la cara. Las horas de educación física se han vuelto agónicas ya que todos practicamos deporte con una mascarilla puesta, corriendo, saltando en reposo… da igual, siempre la mascarilla puesta.
Además de todos esto, nos tienen a todos los adultos a su alrededor recordándoles que deben lavarse constantemente las manos, no pueden compartir nada con nadie, normas, recordatorios órdenes… como si no las acataran todas de buen grado.
La verdad es que estos pequeños nos están dando una gran lección de vida.
y ¿sabes qué? Todavía no he escuchado a ningún niño que no quiera seguir las normas. Todos obedecen sin rechistar, lo han interiorizado, lo han normalizado. Por eso, aunque son el colectivo menos vulnerable al virus, son los que más conciencia tienen.
Han puesto las medidas sanitarias “a trabajar” para ellos, sin matices.
Cuánto tenemos que aprender los adultos…
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